Y el humor, ¿qué nos dice del humor? Es fundamental en sus novelas.
Mira, vivimos en unos tiempos en los que hay que etiquetar las cosas para venderlas, decir: ¿Qué es esto? Me parece que fue Jorge Herralde el que dijo que yo era una inesperada colisión entre Kafka y Buñuel. Qué más quisiera yo, ¿no? […] Y no sé, ¿por qué renunciar al humor? Esa es la inesperada colisión entre lo que lees, lo que te dicen y lo que esperas y resulta al leer. La diferencia entre lo que tú esperas y lo que finalmente resulta es lo que produce el humor. Además, ya te digo, muchas veces escribimos y no sabemos por qué, por esas fuerzas que te empujan, que te llevan, que te arrastran. Y realmente los mejores críticos, los críticos buenos, son los que pueden hacer un psicoanálisis perfecto del autor, ¿no? Descubrir por qué escribes esto. Qué es lo que hay detrás de ti. Pero a mí no me interesa. Yo escribo y me desahogo.
Porque usted es un estilista; ¿elabora constantemente lo que escribe?
El autor y su personaje hay un momento de la historia en el que coinciden: al final de la novela, cuando pongo fin. Pero, ¿qué pasa? El personaje se queda atrás y yo sigo avanzando, ya no coincido con él, y entonces es cuando tienes la obsesión de corregir. En fin, todas esas cosas. He trabajado mucho, ya se nota, tenía que haber salido a andar, a hacer deporte. Me divierto. Pero al mismo tiempo te obsesionas, porque cuando escribes tienes que estar continuamente pensando en lo que haces, y es una obsesión. Mala cosa, escribir. Mala cosa.
(Entrevista a Javier Tomeo, por Iván Humanes. En Quimera. Revista de Literatura, junio de 2013).